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2.8.12

El extranjero - Albert Camus



Tomé el tranvía para ir a la casa de baños. Llegué y me zambullí. Había mucha gente joven. Encontré en el agua a Marie Cardona, una antigua mecanógrafa de mi oficina, a la que había deseado entonces. Ella también, creo. Pero se fue poco después y no tuvimos tiempo. La ayudé a subir a una boya y, en ese movimiento, rocé sus senos. Se volvió hacia mi. Tenía los cabellos en los ojos y reía. Me subí a su lado en la boya. Hacía bueno y como bromeando dejé caer la cabeza hacia atrás y la posé sobre su vientre. No dijo nada y permanecí así. Tenía en los ojos todo el cielo, que era azul y dorado. Sentía bajo mi nuca el suave vientre de Marie latir dulcemente. [...] Le pregunté si quería venir al cine por la tarde. Por la tarde Marie había olvidado todo. Tenía su pierna contra la mía. Hacia el fin de la sesión, la besé, pero mal. Cuando salimos, vino a casa.


Un francés en Argel recibe la  noticia de la muerte de su madre. Él continúa su vida con cierta indiferencia, nada le importa lo suficiente ni tiene un primordial sentido: es el absurdo de la condición humana. Camus, preocupado por expresar la conciencia, expone en El extranjero toda la escisión de la moral y el sentimiento de la mente contemporánea.

Fotografía: Ryan McGiney

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